viernes, 6 de enero de 2012

Fotos de la muestra Photo Heer Holga

Muestra de fotografías analógicas tomadas con cámaras Holga.
Diciembre de 2011, enero-febrero de 2012, bar Imaginario Cultural, Bulnes y Guardia Vieja, Ciudad de Buenos Aires.



















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Texto prólogo del libro Photo Heer Holga


Amantes de la luz

por Luis Espinosa

Al parecer la tarea del fotógrafo era observar la luz. Conociendo las posibilidades y las limitaciones de su cámara debía hacer una serie de operaciones antes, durante y después de gatillar, disparar o lo que fuere para abrir el obturador durante el tiempo necesario. Esa luz en cuestión penetraría en la caja oscura impactando sobre la superficie de la película fotosensible. Luego de la manipulación química dentro del laboratorio se obtendría aquel producto tan sorprendente: la copia fotográfica. La sorpresa estaría provocada por la cantidad de pasos a ciegas que implicaba ese proceso entre el comienzo, al reaccionar con el impulso de buscar la cámara para hacer la toma, hasta sostener delante de la vista el papel ya seco con la imagen.

El recurso necesario de una técnica era consecuencia de algo más que empujaba desde zonas profundas de la conciencia. La intuición de que aquella luz observada era la evidencia de la materialidad del mundo. Objetos impactados por fotones, obligando a que una trayectoria de luz en línea recta se desvíe. Testimonio de esa desviación, un instante de existencia fijado sobre el negativo y el papel. Una imagen extractada del tiempo continuo que se pierde en el olvido. Una perla silenciosa.

Aquel fotógrafo.
Durante el día su ojo mediría cómodo la luminosidad desbordante y omnipresente. Pero se generarían nuevos problemas en la penumbra y la noche. ¿Cómo atrapar ese resplandor fugaz? ¿Cómo capturar ese reflejo?
Observando a través del visor los propios límites del encuadre, seleccionando sólo un sector de lo que el espacio ofrece como continuo. Imponiendo un juego de relaciones internas entre los objetos capturados y el marco continente.
¿A qué distancia? ¿En qué posición? ¿Qué se ve? ¿Qué queda afuera?

En algún momento de principios del Siglo XX, popularizar la fotografía significó tratar de ahorrar esfuerzos al usuario. Tal vez en ese tamiz quedaron unas pocas utilidades disponibles: registrar y recordar algunos acontecimientos de la vida privada, archivados en cajas en el fondo de los roperos.

La fotografía digital reemplazó la naftalina por carpetas virtuales inhallables.
Sacar en “Auto” con flash y eliminando ojos rojos y ver inmediatamente el resultado en la pantalla. Así de simple.

Pero los fotógrafos, los verdaderos amantes de la luz, nunca se dieron por vencidos. Tentados por la sorprendente seducción de las tecnologías ofrecidas en el mercado, nunca olvidaron que se trataba de aquello: amar la luz.

El término chino “ho gwong” que significa muy brillante al parecer fue el origen del nombre de la cámara Holga. Detrás de ese bautismo permanece la esencia de lo que la fotografía todavía es. La renovación de un desafío.
La limitada tecnología, los defectos y la simpleza de construcción vuelven a poner a la herramienta en su lugar, las manos del fotógrafo.
Desde allí es necesario recuperar aquellas operaciones para que la Holga sea un medio para captar la imagen, latente en la película, latente en la conciencia. Y permitir una nueva mirada sobre el mundo.

Una cámara accesible también es popular. Pero permite reformular ese concepto. No es popular porque cualquiera puede hacerlo sin esfuerzo sino porque motiva a todos a emprender el esfuerzo, el trabajo de abrir la mirada, pararse desde el punto de vista personal y hacerlo único. Holga exige pensamiento y tiene sorpresa.

Hoy este grupo de fotógrafos comparte fotografías, ideas, opiniones, secretos, trucos, técnicas, humor, encuentros.
Cuando Fredy Heer comenzó a conectar a través de un grupo virtual en la red social a muchos de los que jugamos con Holga tal vez no imaginó que seríamos tantos y con tan buenos trabajos. Pero más allá en su impulso e idea confirmó lo que persiste: el ojo sigue abierto dejando entrar la luz.



Luis Espinosa
Licenciado en Artes Visuales (IUNA), artista plástico, fotógrafo, docente y crítico de arte.
Noviembre de 2011




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Tapa del libro Photo Heer Holga